El derecho a la pereza (Paul Lafargue)
Más allá de ironías, el alegato que hace Paul Lafargue por la reducción de la jornada laboral era pertinente en su época. Pero es que hoy día, con propuestas incluso de cuatro jornadas semanales, no parece que lo sea menos. Al menos, en cuanto a la capacidad que expone para incitar a la reflexión acerca de un tema que, casi 140 años después, sigue estando de rabiosa actualidad. La obsesión por el trabajo y las jornadas maratonianas, si bien no alcanzan las cotas de tiempos pasados (al menos en los países más occidentales), continúa siendo una asignatura pendiente para empleados, empresas y gobiernos. Lafargue aboga por una reducción de las jornadas, para que el tiempo de ocio, que es lo que verdaderamente nos enriquece como seres humanos, cobre más protagonismo en nuestras vidas.
Además, trabajar sin descanso, lo que genera que la producción de bienes y servicios sea cada vez mayor, nos hace esclavos de un consumo desaforado, dado que el mínimo parón a la hora de dar cuenta de lo producido nos lleva a un abismo económico que no para de crecer. Esta cuestión, desarrollada en profundidad en este escrito, se encuadra más en el ámbito económico de su doctrina, pero el aspecto vital de la reivindicación emitida por Lafargue merece, al menos, un rato de nuestro tiempo.
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