Sin dudas razonables

No había flecha que le pudiera hacer daño en la única parcela de su existencia que aún le importaba. Su cuerpo, con el paso de los años, le había demostrado que no era de fiar. Incluso cada día, cada uno de los tejidos que conformaban su organismo se acercaban un poco más hacia el precipicio de lo molesto y lo insalvable. Sin embargo, el amor propio, forjado a fuego durante sus cincuenta y dos años de andadura, no era negociable ni permeable a agresiones externas. Eso se decía delante de aquella urna, con aquella papeleta en la mano que no cambiaría nada. Ni dentro, ni fuera.

Autor: Fran Leal


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