Miedo escénico

Los siguientes serían los niños, presa fácil para un profesional de su envergadura. Con los adultos en el bolsillo, sacar una sonrisa a los más pequeños de la planta de oncología sería coser y cantar. Sin embargo, era la primera vez que se enfrentaba a ellos sin el número de la flor que lanza agua a la cara. Un truco con un éxito rotundo, sí, pero que aburría enormemente a quien lo ejecutaba. No parece extraño, por tanto, que los nervios hubieran comprado entrada para aquella función. La puntera del zapatón derecho estaba entrando en la primera habitación cuando el resto del cuerpo dijo no. 

Autor: Fran Leal

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