Ninguno lo sabía
Su reflejo le espera, impaciente, tras dos semanas sin saber de él. En el mismo pasillo, colgando de la misma pared, aguarda la ocasión para volver a salir a la palestra y provocar la sonrisa en Mateo. Esa mueca que hacía que todo valiera la pena, incluso las interminables horas a la expectativa dentro de aquella superficie de vidrio. Mas la constancia no siempre da sus frutos y, por mucho que conserve la esperanza en el reencuentro, Mateo no volverá nunca a cruzarse por delante. En el sofá, su cuerpo yace inerte, pero ninguno de los dos lo sabe.
Autor: Fran Leal
Magnífico relato, aunque sea Micro 🙂
ResponderEliminarGracias! :)
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ResponderEliminar👋
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