Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo

La carta que escribe Chimamanda Ngozi Adichie a una amiga con una serie de sugerencias para educar a su hija en el feminismo es maravillosa. No puedo decir otra cosa, la verdad. Y lo es por lo paradójico que comprende. Por una parte, las quince sugerencias que hace la autora nigeriana son, sin asomo de dudas, deseables para todos (mujeres y hombres, en tanto miembros de una misma esfera). Pero, por otra parte, resulta harto complicado ponerlas en práctica con naturalidad, precisamente porque las inercias construidas y grabadas a fuego siglo tras siglo apuntan en la dirección contraria. Sin embargo, no por tratarse de una empresa complicada debemos renunciar a ella. Así, esta carta, convertida en manual, propone unas pautas que contribuyen a cambiar las cosas desde el margen de acción de cada persona.

No quiero desvelar el contenido de ninguna de las sugerencias que plasma en su escrito (creo que es mejor degustarlas en su integridad), pero tampoco puedo renunciar a destacar los dos principios de los que parte Chimamanda previamente. En primer lugar, que la mujer debe importar igual. No “en caso de” o “siempre y cuando”. Es decir, la importancia de la mujer debe ser incondicional (igualdad, al fin y al cabo). Y en segundo lugar, que debemos llegar al punto en que la mujer al invertir “X” (tiempo, dinero…) obtenga, sí o sí, idénticos resultados que el hombre (una vez más, la igualdad).

Lejos de los eternos debates y polémicas acerca del merecimiento o no de unos u otros carnés ideológicos, esta obra bien merece una oportunidad (y más de una, diría yo) para convertirse en un punto de partida al alcance de cualquiera. Sí, de cualquiera. El resto no son más que excusas.

Una vez más, me gustaría ensalzar y poner en valor el enorme trabajo que llevan a cabo desde el Col·lectiu Aurora Picornell, de Palma, en relación con el fomento y la difusión de la cultura (especialmente de las letras femeninas). Gracias a ellas llegó esta joya a mis manos.

Autor: Fran Leal