El desierto

Es de noche, estoy solo y el desierto está vacío. La arena parece más arena en mis ojos y el norte no es el norte de todos los días, es infinito, un oasis del que nunca beberé. Los camellos se perdieron en el horizonte y, enterrado hasta la cabeza, maldigo a los jeques musulmanes que me sepultaron en este paisaje, dejándome aquí, a merced de ese escorpión que me mira a través de su aguijón. Me avisó mi hermano. África es otro mundo. No volveré a viajar a esta tierra maldita. Ni a esta tierra, ni a ningún otro lado. No volveré.

Autor: Gerges

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