El mejor bocado que recuerdo

Hígado con destino a Houston, rezaba la etiqueta que acababa de poner Gustavo a aquella nevera portátil. Podría contener cualquier táper lleno, por ejemplo, de la deliciosa ensaladilla rusa que hacían sus padres para los domingos primaverales de sol y campo. Pero no era el caso. En esta ocasión, lo que ocupaba ese angosto espacio cerrado a las injerencias externas era el último recurso para salvar la vida a alguien. No sabía a quién exactamente, pero le reconciliaba con el mundo saber que aún quedaban paréntesis de humanidad entre tanta destrucción. Normal que el último bocado del sándwich del día le supiera a gloria.

Autor: Fran Leal

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